Cuando le preguntaron a Santa Fe Klan por qué ayuda tanto a las personas, respondió con humildad:
“Yo sé lo que es no tener nada. Recuerdo cuando mi jefa les pedía a las vecinas que le regalaran veinte pesos para comprar tortillas y, aunque fuera con sal, poder comer. Una vez, los únicos cien pesos que había en la casa me los dio para que fuera a cantar; me los aventó, y la entiendo, porque era lo único que teníamos para la comida. Quién iba a imaginar que hoy en su mesa nunca falta un plato.
Por eso ayudo a mi colonia y a la gente que la está pasando mal. El dinero no me lo voy a llevar cuando me toque irme, así que prefiero compartirlo. Me gusta apoyar a quienes no pueden pagar sus tratamientos, porque sé que algún día, si me falta algo, habrá raza que me invite aunque sea un plato de frijoles.”
Una historia que demuestra que la grandeza no está en lo que tienes, sino en lo que compartes. ❤️