La participación mexicana en Kananaskis arrancó con sobresalto: Donald Trump abandonó la sede por la crisis Irán-Israel y dejó sin efecto su primera reunión presencial con Claudia Sheinbaum. La presidenta lamentó la salida, pero aseguró que “la diplomacia no se detiene”.
Minutos después, ambos líderes sostuvieron una llamada en la que “avanzaron mucho” sobre migración, remesas y seguridad fronteriza. Mientras Washington reordena su agenda, Sheinbaum mantiene el timón y confirma que habrá encuentro —cara a cara o virtual— antes de que termine julio.
Lejos de la polémica, la presidenta multiplicó contactos: dialogó con Cyril Ramaphosa, saludó al electo Jaemyung Lee y acordó con Ursula von der Leyen acelerar la modernización del tratado UE-MX. El mensaje fue claro: México pretende voz y voto en seguridad, transición energética y reglas digitales.
Analistas ven oportunidad única: con EE. UU. distraído, Sheinbaum capitaliza el podio y se perfila como puente entre Norteamérica y el Sur Global. ¿Podrá convertir el impasse con Trump en ventaja geoestratégica? El reloj del G7 corre.