Ciudad de México.– La seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum volvió a quedar en tela de juicio luego de que un hombre identificado como Uriel “N.”, de 60 años, fuera detenido por autoridades federales y locales tras acercarse a la mandataria, abrazarla por la fuerza y tocarla sin consentimiento, en pleno Centro Histórico de la capital.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 15:00 horas y quedaron grabados en video, circulando ampliamente en redes sociales. De acuerdo con reportes oficiales, el sujeto —que aparentaba estar en estado de ebriedad— se aproximó por detrás a Sheinbaum al término de una reunión en Palacio Nacional. La mandataria se encontraba saludando a simpatizantes cuando el individuo la abrazó, intentó besarla en el cuello y deslizó sus manos hacia su pecho, gritándole: “¡Claudia de América!”.
El Registro Nacional de Detenciones señala que la captura se realizó a las 09:00 horas del mismo día en las inmediaciones del Palacio de Minería, durante un operativo coordinado que concluyó con su traslado inmediato a la Fiscalía.
Lo ocurrido ha generado un amplio debate público, no sólo por el acto de acoso en sí, sino porque evidencia fallas en los protocolos de seguridad que rodean a la presidenta. Este episodio plantea preguntas incómodas:
¿Cómo fue posible que alguien en presunto estado de ebriedad lograra acercarse y tocar a la mandataria sin ser detectado?
¿Dónde estuvo el cerco de seguridad que normalmente rodea a una figura de alto nivel político?
Además, el caso reaviva la discusión sobre la violencia sexual normalizada en espacios públicos, incluso contra figuras políticas.
La Fiscalía determinará en las próximas horas la situación legal del detenido. Sin embargo, la exigencia ciudadana va más allá del castigo al agresor: se demanda un replanteamiento serio de los protocolos de seguridad y, sobre todo, respeto absoluto a la integridad de las mujeres, sin distinción de cargo o condición.
