Mientras el discurso político presume avances “nórdicos” en salud pública, las mujeres indígenas dan a luz en hamacas colgadas de tubos oxidados. Esta es la realidad en los Hospitales del Bienestar.
En un país donde se presume que los servicios de salud “ya casi alcanzan a los de Dinamarca”, las imágenes que emergen desde los llamados Hospitales del Bienestar revelan un retrato descarnado de abandono, cinismo institucional y violencia estructural.
Mujeres recién paridas en camillas improvisadas… perdón, en hamacas colgadas entre fierros de sueros oxidados. Recién nacidos acunados entre telas colgantes, como si estuviésemos en un campamento de guerra. Así es el “milagro” de la salud pública en los rincones olvidados de México.
Estas imágenes no provienen de un documental sobre comunidades rurales sin acceso al Estado. Provienen de hospitales supuestamente financiados, respaldados y transformados bajo el nuevo modelo de salud federal que encabezan figuras como Claudia Sheinbaum, quien con tono triunfalista ha llegado a declarar que México “ya casi alcanza a Dinamarca”.
¿Este es el estándar danés?
Mientras en Copenhague una mujer da a luz en una sala climatizada, con monitoreo constante, privacidad, y trato digno, en Yucatán, Chiapas o Guerrero, una mujer indígena debe colgarse en una hamaca para sobrevivir al postparto. Porque sí, es la única opción que les dan. Ni una camilla. Ni una sábana limpia. Ni respeto.
La simulación es brutal.
El presupuesto para salud es presumido en discursos, pero las condiciones materiales siguen siendo las de siempre —o peores. Los “Hospitales del Bienestar” no son más que una etiqueta cosmética sobre edificios desprovistos de dignidad. ¿Quién responde por esta humillación sistemática? ¿Quién explica cómo la brecha entre la narrativa política y la realidad social se ha convertido en un abismo de cinismo?
Porque esto no es folclor. No es “tradición”. Es abandono. Es negligencia institucionalizada. Es una forma moderna de discriminación disfrazada de multiculturalismo. No es “hermoso” que una mujer dé a luz en una hamaca; es trágico que no tenga otra opción.
¿Dónde está el verdadero bienestar?
Mientras se invierten millones en campañas, fotos y promesas nórdicas, la realidad en muchos hospitales públicos mexicanos sigue colgando de un hilo… o mejor dicho, de una hamaca.
By: Jorge Cruz LoboHod